Darme cuenta de mis necesidades físicas, de seguridad, de pertenencia, a veces nos lleva a sentirnos vacíos, carentes. En el fondo de nosotros mismos, darnos cuenta que, como dice Alex Rovira, como seres humanos, para desarrollarnos necesitamos alimento, oxígeno y agua. Pero sobre todo necesitamos caricias, ya sean positivas o negativas.. «Hay un intercambio fundamental más allá del económico y que es el principal motor de la vida, un intercambio esencial a partir del cual se construye la esperanza y el sentido de la vida: el intercambio de caricias» . La economía de caricias, de Claude Steiner, habla del principio en el cuál formamos nuestras relaciones interpersonales.

Los seres humanos para desarrollarnos necesitamos de la caricia, y no solo la externa, «no sólo caricia como contacto de piel con piel […], una caricia es una mirada, un gesto amable, es un mensaje, una mano en el hombro, es una sonrisa, es una crítica constructiva, un signo de reconocimiento»

Muchas de los errores que cometemos no se generan de manera conscientes, cometo un error para llamar tu atención, porque cuando no conseguimos la atención de quienes queremos, prefiero provocarte aunque sea negativamente.

¿Cuantas veces mendigamos la atención de alguien, el cariño de alguien, insistimos en pertenecer a un grupo, a un mundo al que no pertenecemos con tal de ser tomado en cuenta?

Por ello, más allá de las necesidades físicas de supervivencia, de seguridad, de pertenencia, de afecto, de descanso, por sobre todas estas, necesitamos ser tomados en cuenta, necesitamos de las caricias, de “apapachos” (en náhuatl significa: acariciar con el alma).