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PRACTICAR, PRACTICAR, PRACTICAR

Cuanto más practicamos y creamos espacios de calma y silencio interior, más conscientes y compasivos podemos llegar a ser. Cuando logremos practicar de manera consistente la meditación, generalmente encontraremos un equilibrio entre la cantidad y la calidad de la práctica meditativa. Es cuando brota la alegría del corazón.

Aprender la práctica de vivir en el aquí y el ahora, de nuestra mente en el presente es relativamente sencillo, pero mantenerla, ser constantes y ser perseverantes no es nada fácil. A veces nos aferramos a pensamientos o emociones y eso nos hace creer que meditar es difícil. Lo que la meditación nos enseña es a no aferrarnos a los pensamientos ni sentimientos y a no huir con ellos. Aceptar lo que estoy pensando, sintiendo, experimentando, es el primer paso para perseverar. Lo importante es tener una práctica constante en que la mente no se disperse. Algunas anclas son:

1. Utiliza la respiración. A nuestra mente le ayuda tener un punto donde enfocarse, simplemente puedes contar las inhalaciones y las exhalaciones.

2. Observa tus pensamientos. No los razones, solo obsérvalos.

3. No te juzgues ni te critiques. Acepta tu dispersión y regresa a las sensaciones de la respiración

4. Practica la meditación guiada que te lleve a visualizar objetos o situaciones.

Practica, Practica, practica. Eso hará que tu mente se vaya tranquilizando y escuches con mayor claridad, los deseos profundos de tu corazón. Esa es la verdadera alegría del corazón